Dos hechos marcaron el reciente inicio de la legislatura 2023-2024: la sorpresiva propuesta del presidente Gustavo Petro —dado el duro tono contra la oposición en sus mensajes previos— de “construir un gran acuerdo nacional”, y la elección de Iván Name Vásquez como presidente del Senado, que en la práctica representa el primer triunfo de la oposición en este periodo.
Esto es una muestra del clima político que se respirará en el país en los meses por venir. El Congreso eligió a Name en contra de los deseos de la Casa de Nariño, que quería a Angélica Lozano. Fue una demostración de fuerza y, de paso, una derrota para el ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, quien ahora además tendrá que tratar de recomponer las relaciones con el sector más gobiernista de la Alianza Verde, en cabeza de Inti Asprilla, que quedaron maltrechas por el apoyo a la senadora.
Por acuerdos firmados antes de la posesión de Petro, estaba pactado que en este periodo la presidencia era para el partido Alianza Verde. En un principio, a Palacio le interesaba que el elegido fuera Asprilla, un petrista de línea dura que, sin embargo, tenía poco margen de maniobra precisamente por su radicalismo. Una prueba de ello fue la agria pelea en una plenaria, que por eso debió ser suspendida, con el senador Jota Pe Hernández cuando se iba a votar la despenalización del cultivo de marihuana.
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Lozano, por su parte, era vista con el ceño fruncido desde Palacio. No tanto por ella misma, le dijeron fuentes de la Casa de Nariño a EL TIEMPO, sino por su esposa, la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, quien en varias ocasiones ha sostenido duros contrapunteos con el Presidente y quien una vez termine su alcaldía quedará casi automáticamente en la lista de espera de los presidenciables para el 2026.
En medio de esa disyuntiva para el Gobierno, empezaron a sonar otros ‘verdes’: Ariel Ávila y el mismo Name.
Ganó la oposición
En la elección interna de su partido, Lozano ganó con ocho de los 13 votos, y finalmente en la mañana del 20 de julio se vio al ministro Velasco jugado por su candidatura. Ella llegó confiada al Capitolio y con el discurso preparado. Pero Name se autopostuló y, contra lo que muchos pensaban, sacó 54 votos, cuatro más que Angélica. La victoria se la habrían dado 14 votos del Partido Conservador, 13 del Centro Democrático, 11 de Cambio Radical, 10 de ‘la U’, uno de los ‘verdes’ (del propio Name) y cinco más que no fueron públicos. No se descartan votos del Pacto hacia Name.
Una mayoría simple que, de mantenerse, le podría costar muchos dolores de cabeza al Gobierno, más si se tiene en cuenta que 24 de esos votos estaban en la desaparecida coalición de gobierno que el propio presidente Petro dinamitó en aras de la aprobación de su reforma de la salud.
“La votación por la presidencia del Senado indica que definitivamente la coalición con la que arrancó el gobierno se desvaneció”, dice Gonzalo Araújo, máster en Estudios Latinoamericanos en Economía y Política. “Las reformas que ahora se entrarán a debatir, todas, van a encontrar en el Senado mayor dificultad”, anticipa.
“No voy a permitir destruir lo construido”, advirtió de entrada Name sobre lo que se viene para las reformas.
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A partir de este lunes, Cámara y Senado deberán definir presidencias y vicepresidencias de comisiones. Allí se verá otro pulso entre el Gobierno y los partidos independientes y de oposición, pues el trámite en primeros debates (o sea, de comisiones) lo manejan los presidentes de cada célula y es clave para el avance de los proyectos. De hecho, el Gobierno busca que el reemplazo de Agmeth Escaf en la Comisión VII de Cámara (donde tuvo un accidentado paso la reforma de la salud y donde se hundió la laboral) sea una persona liberal colaboracionista y no del sector más afín con la línea del expresidente César Gaviria.
Este es el panorama de la cancha donde el Gobierno se jugará la aprobación de sus reformas sociales (salud, pensional, laboral y, ahora, educación y servicios públicos). Allí Petro echó a rodar el balón del ‘acuerdo nacional’.
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El mensaje del Presidente
Un par de horas antes de que se definieran las presidencias de Cámara y Senado, pero informado por su ministro de la política de lo complejas que se veían venir las votaciones de las plenarias, el jefe de Estado pronunció un discurso que llamó la atención porque, a diferencia de sus declaraciones de las últimas semanas, no hubo llamados a ‘la calle’ ni a la insurrección popular en caso de no lograr aprobar sus reformas.

Gustavo Petro está a pocos días de cumplir un año en la presidencia.
Foto:
Archivo EL TIEMPO
Un Gustavo Petro mucho más sosegado dijo que “es momento de ceder y construir un gran acuerdo nacional”. Acto seguido, reconoció que el Congreso “es la expresión condensada de ese acuerdo, que se tramita aquí (en el Parlamento) a través de las reformas”. Ese acuerdo, señaló, permitirá construir una sociedad “más justa y productiva, que es el camino de la paz, de una gran Colombia”. “Podemos hacerlo en medio de las diversidades económicas, sociales, culturales y políticas”, afirmó.
Lo que muchos, como el senador Efraín Cepeda, jefe del Partido Conservador, se preguntan es cómo entender esa propuesta del jefe de Estado si lo que ha pasado en el último mes, el del receso del Congreso, es que no hubo ningún paso del Gobierno para tratar de construir consensos. Por el lado liberal, pese a la rama de olivo ofrecida por el expresidente Gaviria, dicen que el ministro Velasco tampoco se ha detenido en su tarea de tratar de socavar apoyos parlamentarios a la dirección del partido.
¿Un acuerdo nacional para que todos cedan en sus posiciones o un acuerdo para que el único que no lo haga sea el Gobierno? Esa es la pregunta.
‘Cojámosle la caña’
La propuesta del acuerdo no es nueva, recuerda el senador Humberto de la Calle: “Petro ya la había hecho el 7 de agosto, cuando tomó posesión del cargo”. A pesar de esto, él le da el beneficio de la duda al llamado y pide abrirle la puerta: “Cojámosle la caña al Presidente”.
Humberto de la Calle, senador de la República
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Prensa Humberto de la Calle
Iván Cepeda, senador del Pacto Histórico y muy cercano al presidente Petro, dio algunas luces sobre la nueva idea del Presidente: “Es la aspiración de que lleguemos a una concertación nacional sobre lo fundamental y podamos reunir a las fuerzas que están hoy en la derecha, en el centro y en la izquierda, a los gremios económicos, a las fuerzas sociales, para hallar una solución definitiva a los grandes problemas. Como ocurrió en Chile, España e Irlanda del Norte”.
El senador, que ha tenido una declarada confrontación con el expresidente Álvaro Uribe Vélez, dice que esta propuesta incluye al jefe del Centro Democrático. “Sí, por supuesto que cabe. Es más, no hacia futuro, no lo digo como una aspiración, sino que ya está involucrado a través de la presencia del doctor José Félix Lafaurie en el proceso que estamos adelantando con el Eln”.
Para el analista Aurelio Suárez, el acuerdo nacional sí es posible, pero para eso se necesita que el Presidente ceda en el fondo y en las formas. “Puede haber un acuerdo de las fuerzas en el Congreso, por ejemplo, para pasar las reformas, pero en la que el Gobierno acepte también los argumentos de sus contrarios (…). Ir sacando reforma por reforma de manera más consensuada”, dice.
Suárez, como De la Calle, cree que es importante que el Presidente desista de su lenguaje descalificador con sus contrarios. “Y que las buenas maneras sean una norma. Cómo es posible que un día propone un acuerdo y al día siguiente deja la gente plantada en Bucaramanga”, cuestiona.
“Es haciendo, no diciendo”, afirmó el alcalde de esa ciudad, Juan Carlos Cárdenas. “Esta caída libre no hay quien la pare y empezó anoche. El presidente Gustavo Petro hoy deja plantada a Bucaramanga. ¿Así es el gran acuerdo nacional?”, preguntó en un video en el que mostró a miles de personas esperando al Presidente.
“No podemos seguir con que ante cualquier objeción razonable, esta sea descalificada y se dice que somos desde neoliberales, fascistas o instrumentos de la oligarquía hasta descendientes de los esclavistas”, dice De la Calle.
Para el senador Cepeda no hay tiempo que perder, porque entiende que lo ocurrido con la elección de Name “es una derrota”. Le dijo a EL TIEMPO que hay que buscar consensos y lograr un trámite más expedito de los proyectos del Gobierno: “Nosotros hemos definido como bancada de gobierno que nos interesa sacar adelante cinco grandes reformas y esperamos que eso sea posible con este llamado”.
Si se avanza en esa ruta, la de una verdadera concertación, Petro podría reconstruir puentes con el expresidente Gaviria, quien pese a todos los enfrentamientos ha dicho que el liberalismo no quiere ser un palo en la rueda para reformas que se necesitan.
Por eso, no atendió el llamado del exvicepresidente Germán Vargas Lleras de crear una coalición de oposición para frenar los proyectos de Petro.
Para Rafael Piñeros, graduado en Gobierno y Relaciones Internacionales, la experiencia demuestra que con el paso del tiempo los mandatarios deben corregir el rumbo con ideas audaces. “El Presidente debe hacer un balance de su primera legislatura y reconocer sus fallos. Un acuerdo nacional le permitiría vías distintas para avanzar. Pero para eso tiene que hacer concesiones o de lo contrario corre el riesgo de acumular derrota tras derrota”, dice el experto.
De la Calle pregunta: ¿cuál será el Petro que veremos? ¿El de tono más estadista que se hizo presente en la instalación del Congreso este jueves o el radical del ‘balconazo’? A partir de esta semana, cuando empiece el tránsito en el Congreso de las diferentes reformas, empezará a revelarse la respuesta.